A menos de dos semanas para Halloween, ya es habitual ver decoraciones con la famosa calabaza Jack O’lantern acompañada por sus amigos fantasmagóricos. Pero bromas a parte, y con la llegada del otoño, la calabaza vuelve a protagonizar o por lo menos, a acompañar muchos de los platos de temporada.
¿Quién de vosotros no ha tomado un puré de calabaza? ¿Salsa de calabaza? ¿Calabaza frita? ¿Al horno? ¿O pastel de calabaza? ¿Calabaza frita? ¿Mermelada de calabaza? (Ya os aviso que está exquisita…
Las aplicaciones de la calabaza en la cocina son infinitas (o casi). Su atractivo color y delicioso sabor convierten a la calabaza, en un ingrediente muy versátil tanto en platos salados como dulces.
Su característico color amarillo es debido a su riqueza en betacaroteno (provitamina A), o que es lo mismo, pigmentos naturales liposolubles de colores vivos, amarillentos y rojizos, mediante los que el hígado y el intestino delgado son capaces de generar vitamina A, nutriente esencial para nuestro organismo.
También es rica en vitamina C, y en menor cantidad, algunas vitaminas del grupo B. Entre los minerales que contiene cabe destacar su cantidad de Potasio, Magnesio, Hierro y Zinc. Toda esta riqueza en nutrientes la convierten en una buena fuente de antioxidantes.
Es baja en calorías (menos de 20 Kcal. Por cien gramos) y rica en agua y fibra soluble (mucílagos), por lo que suele estar indicada a las personas que quieren perder peso o mantenerlo, a no ser que la cocinemos frita o acompañada con grasas y/o azúcares añadidos. (Ya le dedicaré otro post). Pero eso no es todo:
La calabaza tiene propiedades diuréticas y depurativas. (El zumo de calabaza es un buen laxante y depurador del organismo).
Mejora la salud del cabello, uñas, piel, mucosas, huesos, dientes y vista (por su aporte en vitaminas).
Ayuda a fortalecer el sistema inmunitario (por su riqueza en antioxidantes).
Estimula la función del páncreas ayudando a regular los niveles de azúcar en la sangre.
Facilita las digestiones y mejora la salud intestinal. Gracias a su riqueza en mucílagos, tiene una acción suavizante y protectora de la mucosa del estómago, por lo que su consumo está indicado en caso de acidez de estómago, dispepsia (mala digestión) o gastritis, entre otras dolencias a la vez que favorece y regula el tránsito intestinal.
Además de sus múltiples propiedades saludables para el organismo, la calabaza puede servir como base para una mascarilla suavizante e hidratante para el cutis y hasta cabello. La forma de preparación es muy sencilla:
Se cuece 100 gramos de pulpa de calabaza durante 30 minutos.
Se mezcla con una cucharadita de aceite de oliva virgen.
Una vez fría, se aplica por toda la cara o cabello si se desea. Se deja actuar 20 minutos y se retira con agua tibia.
Si queréis darle un efecto iluminador al rostro: mezclad los 100 gramos de pulpa de calabaza cocida con una papaya (sin semillas ni piel) y un huevo batido. Extendedla sobre el rostro y dejad actuar 10 minutos. Ya me contaréis los resultados!!!!
Besos desde mi blog!!!
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