Hoy es lunes. Que pereza volver a trabajar. Suerte que un buen desayuno hace más llevadera la jornada.
Esta mañana he desayunado una gran tostada con mantequilla y mermelada de limón, y un café con leche. Los fines de semana, antes de la tostada, suelo tomar un gran vaso de zumo de naranja recién exprimido, pero de lunes a viernes no tengo tiempo (o no tengo ganas, seamos sinceros) de entretenerme a ello.
Para compensar esa falta, a media mañana tomo un batido o smoothie (tan de moda ahora), que consiste en un batido de fruta natural más otros ingredientes varios, y unas galletitas para complementar.
Es cierto que no tenemos tiempo en las mañanas, eso es una realidad y por lo tanto tenemos que adaptar nuestro desayuno. Aún con poco tiempo podemos comer algo saludable y que nos guste. Con 10 minutos y en algunos casos cinco, podemos prepararnos un buen desayuno. Si sabemos seleccionar los alimentos que consumimos y planificamos con anterioridad podemos desayunar correctamente.
De siempre al desayuno se le ha tratado como la comida más importante, y en nuestras vidas no lo tomamos como tal, ya que por la mañana no tenemos el tiempo que necesitamos. Hay una frase popular sobre las comidas del día, que me gustaría reflejar : «deberíamos desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo».
El desayuno se ha convertido en la comida más rápida y esquiva del día. Muchas veces no desayunamos en casa o tomamos solo café. Esta práctica no es prudente sobre todo si se está tratando de controlar el peso. Al esquivar el desayuno o no comer apropiadamente estamos haciendo nuestro metabolismo más lento, porque nuestro cuerpo «piensa» que tiene que ahorrar calorías para el resto del día.
Sin un buen desayuno somos más propensos a sentirnos fatigados y sin energía a media mañana y a sentir la urgencia de comer algo dulce o graso. Normalmente estos antojitos añaden calorías y gramos de grasa sin proporcionarnos nutrientes valiosos. Nos engordan sin alimentarnos. Si tomamos un buen desayuno estamos disminuyendo las posibilidades de los ataques de hambre. Esto nos ayuda a no sabotear nuestra dieta.
Un buen desayuno debe estar compuesto de fruta, cereales y lácteos, y éste nos aporta el 25% de la energía que necesitamos a lo largo del día.
Un desayuno correcto y adecuado a las necesidades nutricionales debe contener una variedad de alimentos que incluyan los nutrientes necesarios: un lácteo (leche, yogur, queso) que nos aportará proteína y calcio, un cereal (galletas, pan, copos, etc.) que nos aportará hidratos de carbono, una grasa (aceite de oliva, mantequilla o margarina) que nos aporta acido oléico u omega 6, una fruta o un zumo que nos aporta vitaminas y fibra, y como complemento podemos añadir mermelada, miel, e incluso algún fiambre (tipo jamón york o paté).
Por último, podemos tomar una taza de café o té para acabar de desperezarnos gracias a la cafeína que contienen (nunca para niños).
Espero que a partir de ahora, no esquivéis este ágape tan importante, y a veces tan ignorado….
Buenos días y Feliz desayuno!!!