¿Os habéis preguntado alguna vez cuantos kilómetros ha recorrido el kiwi de Nueva Zelanda antes de llegar al mercado de vuestro municipio? ¿O de dónde procede el aguacate que habéis comido hoy en la ensalada? ¿O acaso, ni lo sabéis, ni os importa?
¿Para qué consumir alimentos de proximidad?
Quizá va siendo hora de empezar a plantearos estas preguntas, si queréis ser consumidores conscientes con vuestras compras y coherentes con vuestra manera de pensar y ser.
El consumo de productos de consumo no solo es un hecho que afecta al medio ambiente, sino que también es un hecho político. Las técnicas globalizadoras han propiciado el modelo gastronómico de estos últimos años: comida procedente de países lejanos, habitualmente modificada genéticamente, congelada, con una calidad cuestionable, con una preparación de escasos minutos y a la que se acompaña de salsas abundantes para ocultar su verdadero sabor. Este tipo de comida es lo que se conoce como “Fast food”.
En contraposición a este tipo de “comida rápida” (Fast food) y a las técnicas globalizadoras, el sociólogo Carlo Petrini, creó en 1989 el movimiento «Slow food» (comida lenta), presente hoy en más de cien países, cuyo símbolo es el caracol, emblema de la lentitud. Esta opción alimentaria se fundamente en tres claves:
Educación y formación en los sabores y alimentos cercanos,
Apoyo a los pequeños productores,
Desarrollo de la biodiversidad autóctona.
Con el proyecto de Mercados de la Tierra, Slow Food se ha propuesto crear una red de mercados campesinos, de lugares en los que los productores presentan y venden directamente sus productos de temporada. Si queréis más información sobre los alimentos slow food en todo el territorio español os invito a visitar su página web:
El Slow Food apuesta por adecuar la cocina a los ingredientes próximos. Esa es la clave: adecuarse a la tierra.
Qué no sea el planeta el que deba amoldarse a nuestros gustos. Debería ser más bien al revés: que nosotros, los consumidores, nos adecuemos a los productos que nos ofrece nuestra tierra y también adecuarnos a los productos de temporada.
De la misma manera que hacían nuestros abuelos y padres. ¿Preguntadle a vuestra abuela si cuando ella era pequeña comía mangos frescos? En mi caso, mis padres siempre han sido unos grandes seguidores (sin ellos saberlo) del concepto “kilómetro cero”. Mi madre solamente compra verdura a las payesas del mercado, y a un payés que le trae la fruta, verdura, patatas de su huerto, huevos de sus gallinas y aceite de su cooperativa local. Tampoco le resulta tan caro. Y os aseguro que el aroma y sabor de las verduras y las frutas es maravilloso.
Por mi parte, suelo comprar los alimentos frescos (fruta, verdura, pescado) en las payesas de los mercados de la Boquería y en el mercado del Ninot (lo tengo al lado de casa), o bien en dos pequeñas fruterías que tengo cerca de casa, en donde me garantizan la procedencia de sus frutas y hortalizas, de origen ecológico y de proximidad. El precio de sus productos no es ni mucho menos muy caro, y el sabor y la calidad se notan. (No tienen nada que ver con algunas hortalizas y fruta que venden algunos supermercados y grandes hipermercados…)
Otra opción que cada vez está más de moda en Internet consiste en comprar directamente al productor o a una asociación en dónde vendan productos de proximidad. Mi experiencia es muy buena con ellos. Suelo comprar en Fincas La trailla http://www.trailla.es. Recibir su caja semanal es un auténtico placer para el paladar. Alcachofas ecológicas de Tudela, cardos rojos (no es fácil encontrarlos en Barcelona), brócoli o acelgas súper tiernas son algunos de los productos que comeremos en casa esta semana.
Consumiendo productos de proximidad o kilómetro cero, (es decir de agricultores de la zona) se promueve la economía local, se conoce la procedencia de los productos, y por tanto su calidad, se consumen hortalizas y verduras locales y de temporada, las cuales están mejor adaptadas a crecer en nuestro territorio.
¿Y vosotros? ¿Dónde soléis comprar las hortalizas, verduras y fruta? ¿Habíais oído hablar del Slow Food? ¿Y de las plataformas locales que venden productos de la zona a través de Internet? Estaré encantada de leer vuestros comentarios!!!
Besos desde mi blog!!!
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Hola Gemma!! ¡Qué interesante!! Ya he estado indagando sobre lo que publicas y la verdad es que me ha parecido una muy buena idea. Yo suelo comprar en una verdulería cercana y que tienen productos de su propio huerto, aunque si te digo la verdad creo que lo que se dice ecológico no sé si lo será o no. Es que he estado tentada alguna vez en la herboristería a la que suelo ir pero es carísimo todo, así que indagaré más sobre lo de la cajita y a ver si me animo. La tuya tiene una muy buena pinta!!!!!!
Un besote saludable!!
Hola Lina. La compra en la verdulería de barrio o payesas del mercado suele ser una solución práctica para comer productos ecológicos de calidad. Si tienes confianza con ellos, puedes preguntarles si utilizan pesticidas o no. Aunque ya lo notarás por el sabor y si por las verduras tienen bichitos o no.. jejeje.. Las ecológicas suelen tener mucha arena (pesticida natural) y bichitos merodeando por las hortalizas (resistentes a la arena). En cuánto a lo de la cajita, además de La Trailla hay otras cooperativas y webs donde puedes encontrar productos ecológicos o de proximidad. A mi me gustan estos porque me dan confianza. Sus hortalizas son fresquísimas y tienen un sabor exquisito. Van variando el contenido de las cajas y no caes en la rutina. Esta semana mismo la caja contenñia unos cardos de Tudela y unas acelgas tiernas y sabrosísimas! Ya nos las hemos «zampado». Mañana haré el brócoli con patata y acabaremos con la lechuga. Las mandarinas y manzanas también han desaparecido en dos días… Somos unas glotonas!!! jajajaja.. Besos
Me parece muy interesante la aportación que haces haciendo hacer referencia a una organización como esta de Slow Food. Es bueno saber que hay que que organizado a nivel mundial se preocupa por el alimento local y que aporta un punto de vista que le añade valor.
Ver las ideas que se aportan en tu referencia da un nuevo enfoque del alimento que transciende de lo habitual y pone en evidencia el placer de consumirlo sensitivamente, el interés de la variedad alimentaria, su influencia socioeconómica en el entorno más cercano e incluso en el medio ambiente.
Con este tipo de aportaciones crecemos un poco más y nos convertimos en personas más conscientes de la importancia y transcendencia de decisiones cotidianas.
Muchas Gracias Gemma por el esfuerzo y tu aportación. ¡ha sido un placer leerte!
Muchas gracias a ti Juanjo! Sí, poco a poco estamos volviendo a nuestras raíces. La globalización en la industria alimenticia está haciendo mucho daño a la salud de las personas, a pesar de que reporta muchos beneficios a sectores capitalistas. Donde esté un alimento «de la tierra», cultivado con amor, cuidado y cariño, que se quite todo lo demás!! Salud y sabor unidos de la mano. Besos