Sin duda, todos hemos experimentado algún tipo de estrés en nuestras vidas. El estrés agudo a corto plazo no solo es normal sino esencial para la supervivencia. Ya sea físico, como enfermedad o lesión, o emocional, nuestros cuerpos tienen mecanismos para ayudarnos a lidiar con los estresores internos y externos. Estos mecanismos, controlados por el eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) y el sistema nervioso simpático, se conocen colectivamente como la respuesta al estrés y trabajan para mantener la homeostasis en el cuerpo. La homeostasis se refiere a la capacidad del cuerpo para responder a los estímulos y mantener un estado de equilibrio en el cuerpo que es necesario para el funcionamiento y la supervivencia adecuados.1,2
Si bien estos mecanismos existen para lidiar con el estrés agudo, la aplicación de estos mecanismos para hacer frente al estrés «crónico» a largo plazo puede ser perjudicial. El estrés crónico no abordado puede contribuir a una serie de condiciones de salud relacionadas con el estrés, como ansiedad, depresión, hipertensión, enfermedad cardíaca, deterioro de la memoria y síndrome de fatiga crónica.3 Además, el estrés crónico se ha relacionado con una función suprarrenal alterada, disfunción del eje HPA y síndrome metabólico.4 Cuando está expuesto al exceso de estrés, los adaptógenos pueden ayudarlo a mejorar su resistencia al estrés y a normalizar las funciones corporales.
¿Qué son los adaptógenos?