La hoja de salvia contiene flavonoides, un aceite esencial rico en fitoestrógenos. Los romanos la consideraban una panacea, buena para todo, y de ahí su nombre, del latín salvare, se pensaba que curaba de todos los males, excepto de la muerte.
Por su composición, la salvia posee una acción antiespasmódica y relajante de los músculos de estómago, intestinos y ovarios, así como colerética (aumenta la secreción de bilis).
Gracias a estas propiedades, la salvia es de gran utilidad en las siguientes dolencias:
Tratamientos gastrointestinales,
fermentaciones intestinales,
flatulencia,
espasmos,
digestiones lentas y difíciles,
cólicos y diarreas,
acción antiespasmódica,
reguladora de la menstruación y alivia los dolores menstruales.
La salvia también posee propiedades antisépticas, y sus taninos le otorgan propiedades
astringentes, antisépticas y tonificantes.
Funciona aliviando la piel congestionada o lesionada, ayuda a la cicatrización de heridas; regula los niveles de lípidos en la piel y es eficaz para reducir poros dilatados.
Se emplea con muy buenos resultados en casos de gingivitis, llagas, faringitis y amigdalitis. Por último, también tiene propiedades antisudoríficas.
Unas pocas horas después de su ingestión, reduce la transpiración excesiva.
Besos desde mi blog!!!