Hace mucho tiempo que no hablo de la miel, un alimento excelente, rico en vitaminas y minerales y que nos brinda un sinfín de propiedades beneficiosas.
Este preciado y común elemento tiene propiedades sorprendentes. Es un regalo de la naturaleza y de las abejas. Los seres humanos han usado la miel desde hace más de 9000 años. La han usado los egipcios, los griegos y las civilizaciones más antiguas del Valle Indos. Ayuda a sanar heridas y tiene propiedades antibióticas, antivirales, anti-inflamatorias, y antialérgicas.
Pero siempre hay un pero… En este caso, dos puntualizaciones importantes.
Cuando hablamos de la “miel” no nos estamos refiriendo a esas mieles «baratas» envasadas en botes de plástico y que se venden en gran masa en tiendas de alimentación. No. Hablamos de «miel cruda” sin pasar por el proceso de hervido o pasteurización a más de 50 grados y elaborada artesanalmente como hacían nuestros abuelos (y nuestros antepasados). No quiero decir con ello que podáis encontrar miel cruda en supermercados, pero no es lo habitual.
Otro punto importante a destacar, es que la miel es muy rica en FRUCTOSA, por lo que las personas que sean INTOLERANTES A LA FRUCTOSA DEBEN EVITARLA o mejor ni probarla. (Os lo digo, porque yo misma soy intolerante a la fructosa y la miel y los productos que la contienen, (desde galletas, turrones, pasteles, cereales enriquecidos, etc…… me sientan fatal. Una pena, pero es así. Mejor evitarla).
Pero teniendo en cuenta estos dos incisos, vamos a volver a hablar sobre la miel en positivo y para ello destacaremos sus propiedades generales:
– Facilita la digestión y la asimilación de otros alimentos. (menos a los que somos intolerantes a la fructosa).
– Es altamente recomendada para calmar la tos y suavizar la garganta. (En gárgaras con agua templada y limón funciona de maravilla. Remedio de la abuela). Pero, ¡ojo! por sí sola no cura resfriados.
Siempre se ha oído que la miel puede ayudar a descongestionar, y por ello siempre que se está enfermo se toma. Pero eso no es cierto, no existe ninguna evidencia que afirme que la miel ayude a respirar. Lo que no significa que ayude a encontrarse mejor de una manera temporal, por ejemplo, aliviar por un corto periodo de tiempo una inflamación de garganta.
– Mejora el rendimiento físico y también el vigor sexual. De hecho, debido al alto aporte energético de este producto, es mejor incluirlo en los desayunos para estar activos durante todo el día y llenos de energía.
– Es beneficiosa para el tratamiento de la astenia o en estados de cansancio. La miel ayuda al cuerpo a estabilizar los niveles de glucosa en sangre dado a su alto contenido en azúcar, lo que hace sentir mejor y que se anule la sensación de agotamiento o mareo.
La miel aumenta la cantidad de glucógeno disponible en el hígado y ejerce una acción hepato-protectora (menos para los que tenemos problemas con la absorción de la fructosa, que ejerce un efecto contrario en el hígado) y en todos los casos, !sin abusar de ella!
Y como no, también se puede usar externamente en mascarillas de belleza…
¿Y vosotros? ¿Soléis tomar miel a menudo? ¿Os fijáis en que sea ecológica y/o elaboración artesanal, o la compráis en el supermercado? Estaré encantada de leer vuestros comentarios!
Besos desde mi blog!